Hace algunos años leí un libro donde decía que las emociones y sentimientos sirven para algo, son señales… son como un cobrador, que si tocan a la puerta y los atiendes, se van. Pero si se les ignora, volverán a visitarnos una y otra vez y darán tanta lata hasta que aprendamos a no escondernos de ellos.
También indicaba que Dios nos dio el corazón para que viviéramos con él y la cabeza para entender sus sentimientos, no al revés.
Lamentablemente nuestras sociedades nos dicen desde niños: “no llores”, “cálmate”, “no vale la pena enojarse por eso”, “Te pego yo, para que tengas una razón real para llorar”, etc. considero que eso es algo que nos hace aprender a etiquetar nuestras emociones como buenas o malas. Entonces pasamos la vida huyendo de todas las emociones que nos han enseñado que son “malas”. Al final tenemos como resultado, que vivimos queriendo ser otra cosa que no es un ser humano y vivir robotizando las emociones para no experimentar las que no deseamos.
Entonces, ¿qué es lo peor de experimentar las emociones de tristeza, enojo, añoranza, ausencia de fé, ira, depresión, entre otros? Si aceptamos que eso es lo que sentimos, les damos espacio ahora sabremos que se irán pronto.
¿Cómo podemos experimentar ese día gris? Lo más importante es estar con nosotros, es un momento para darnos todo el amor, atención y ternura. Antes de esa emoción, probablemente existió un evento, una decisión o un pensamiento que lo detonó. Debemos aceptar lo ocurrido y abrazar el presente ya que no podemos cambiar el pasado y acompañarnos en el proceso.
No tienes que estar para los demás, yo he sentido muchas veces tener que salir con una sonrisa y mi corazón roto ya que no quería quedar mal con mis amigos y ahora abrazo mis emociones y si necesito desconectarme del mundo, únicamente aviso a mi familia núcleo que estaré desconectada para evitar que se preocupen y quito el sonido al celular y me olvido del mundo y me concentro en mi.
Una figura que me apoya mucho en esos días, es mi niña interior. Y es a quién realmente debo atender, ya que generalmente es quién está sintiendo ese sentimiento. Me tomo un momento de silencio y la visualizó, luego le preguntó cómo se siente imaginando que está a mi altura y cuando me da la información la escucho, evitó hacer juicios, le pregunto si puedo abrazarla y en ese momento se detona un llanto y me convierto en la adulta responsable de mi niña. Luego le preguntó qué la haría sentirse mejor y me pide que bailemos, cantemos o pintemos (mandalas). Y eso me ayuda muchísimo y cuando siento ya los sentimientos fueron atendidos y me siento de una forma diferente.
Cuando menos lo sientas, volverá a salir el sol y verás un enorme arcoiris que siempre nos recordará que todo pasa y cuando pasa nos deja bellos regalos y muchos aprendizajes.
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